En paralelo, el ecosistema emprendedor español muestra señales de dinamismo en este 2025, aunque con retos estructurales persistentes. Si bien el número de startups activas ha superado las 5.000, un crecimiento de alrededor del 40%, menos del 20% de ellas ha logrado captar financiación en fases iniciales, lo que refleja la desconexión entre la oferta de ideas innovadoras y los instrumentos reales de inversión disponibles en el país.
Y es que España es uno de los países europeos con mayor cantidad de microempresas: más del 90% del tejido empresarial tiene menos de 10 empleados. Esta fragmentación limita la capacidad del ecosistema empresarial para adoptar soluciones innovadoras a escala y dificulta la colaboración entre startups y empresas consolidadas. Al mismo tiempo, el exceso de regulación en sectores clave genera entornos poco ágiles para emprender, lo que desincentiva la inversión privada en fases tempranas.
“El verdadero cuello de botella no es la falta de ideas, sino la falta de estructura para ejecutarlas en un entorno real”, afirman Marc Ollé y Francesc Salas, socios fundadores de ENLACE. “Hay una desconexión evidente entre los discursos públicos de apoyo al emprendimiento y la realidad operativa que vivimos a diario. La hiperregulación y la lentitud institucional son dos grandes enemigos del progreso. Por eso es clave que los proyectos empresariales disruptivos cuenten con apoyo desde su nacimiento y que sepan escuchar las necesidades de su sector de actividad antes de tomar decisiones importantes de difícil o costosa vuelta atrás”.